Lo sentí; no fue una separación, sino un desgarramiento; quedó atónita el alma, y sin ninguna luz, se durmió en la sombra el pensamiento. Así fue; como un gran golpe de viento en la serenidad del aire. Ufano, en la noche tremenda, llevaba yo en la mano una antorcha con que alumbraba la senda, y que de pronto se apagó: la oscura acechanza del mal y el destino extinguió así la llama y mi locura. Ví un árbol a la orilla del camino, y me senté a llorar mi desventura. Así fue, caminante que me contemplas con mirada absorta y curioso semblante. Yo estoy cansado, sigue tú adelante; mi pena es muy vulgar y no te importa. Amé, sufrí, gocé, sentí el divino soplo de la ilusión y la locura; tuve la antorcha, la apagó el destino, y me senté a llorar mi desventura a la sombra de un árbol del camino.
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1 comentario:
Tenia ratos de no pasar a leerte. pero ya estoy por aquí.
lo siento.
un abrazo inmenso con mucho cariño
un beso
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