17.1.11

La Monja Puta



Ella, una mujer limpia y pura,
su vida siempre fue igual,
sufrida, llorando y rezando,
encerrada en un convento,
con su hábito de monja puesto, y
en sus ojos claros se veía su imagen
de santidad.
.
Ella, sumisa, dulce, buena,
que veía a su madre cuatro veces
al año, ella, la que se alejó del mundo
para consagrarse a Dios, ella, la que
por sus labios susurraba un Ave María y
un sin pecado concebida.
.
Ella, que detrás de los barrotes
de su ventana, veía llegar la noche
para salir a escondidas, ella, con su
rosario en la mano caminaba calle
abajo escondiéndose en la sombra
para que nadie la viera.
.
Ella, caminaba despacito y mientras
caminaba, su hábito negro y blanco por
un rincón arrojaba y con su traje de pureza
también dejaba su alma, su
alma de monja santa, y con
el rosario en mano elevaba esta plegaria.
.
¡Oh!, Señor crucificado, dime, qué
debo hacer: si sacrificarme al deber
que tu religión proclama o morirme aquí
de ganas, pues, mientras tu voz me llama
otra voz oigo en mi carne, y, te confieso,
Señor, que deseo con locura tener en mi cama
a un hombre que me coja hasta saciarme,
quiero, ese gusto darme.
.
Siento un calor, que me baja por las tetas,
siendo una sensación que se me moja la
pantaleta,
y por no ofenderte, Padre, quiero
el hábito quitarme y el crucifijo también,
quiero, Señor, una pinga para mamar y
singarme, quiero una pinga chuparme y de su
semen embriagarme, quiero... Señor, liberarme.
.
Siento un fuego que me arde, ¡oh!, Señor,
quiero quemarme, quiero un hombre
para que me singue, que me coja y me la
meta, quiero... Señor, ¡una pinga!, quiero
una buena poronga, quiero Señor liberarme,
quiero dejar el convento, y de puta ¡consagrarme!
ღKaricias

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