Llena de instintos...bebí el vino de tu boca,
totalmente seducida por las pasiones,
recosté mi cuerpo en tu pecho
deseando sentir esas caricias
que tus manos saben
solo ellas, incitarme.
Sin ropaje...
como nacida hoy para ti
mi boca afiebrada reseca,
atormentada mi mente
toda yo, en excitación plena.
Te acercaste a mí,
tus ojos me atravesaban,
escalofríos que hieren recorrían mi piel
y algo de mi quiso huir...
mas mis piernas sin voluntad estaban.
Cuantas dudas...miedo a después...
perdía el aliento y empecé a sentir tus labios...
que se recreaban en mis pies...sin premura,
sujetando con tus manos mis caderas...
Subías despacio como constatando
cuanta satisfacción me entregabas,
imposible contener el gemido, el grito
que de mi goce escuchabas.
Dejamos de ser solo hombre y mujer
fuimos salvajes seres del placer
bebimos nuestro sudor, nuestras lágrimas
saboreando todo ese bello instante.
Mi sangre en ebullición
no sentía el dolor,
cuando al verte parado frente a mi
tus alas desdoblabas,
adormecida aún me apretabas
y en susurro me decías:
Mujer, eres mía,
en tu carne dibuje mi huella
y he sellado tus entrañas...
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