15.10.12

Soy de carne y besos, de besos y olvido, u olvido siempre recuerdo. Soy pan y vino frente a un manjar que nadie ha de probar. Soy la prueba viva de la inocente insolencia, la vergüenza ajena, nunca la propia. Soy la desobediencia debida a la vida, soy en carne viva para todo, para nada y para siempre. Soy lo que debería ser y no fue, quizás porque lo que debería ser para mí nunca es. Soy la llaga que se toca, que se pincha y que explota y sobre ella sin más ni menos alcohol puro. El dolor visible, claro, la primera palabra, la última, la del silencio, la del confieso. Soy la de la piel suave y sobacos de cinco pelos sin desodorante. La de vagina loca, la que acaba a gritos sinvergüenzas y sin vergüenza. La que querés callar pero no podés y que por todo eso te repugna y te excita. Soy eso desprolijo que no querés pero deseás. Soy tu demasiado para ser real, y lo más real de todo. Soy insensata, impertinente, calmamente desopilante, tristemente alegre, sin voz, ni vos y con voto. Despiadamente indiferente, asquerosamente sensible. De lo más inútil con el martillo, aunque bien capaz de hacer agujeros y llenarlos. Soy desquiciadamente simple… Y si anoche lo encontraron con una herida mortal de luna llena en el pecho, sepan señoras y señores, no fui yo quien lo hizo, no me daría el cuero, mucho menos el firmamento. Soy apenas una mujer de carne y besos, solo eso.

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